Con tiempo, un paseo es un viaje. (J.S.)
Nuevamente, una parte de mi TRANSIBERICA, me lleva a recorrer tierras Aragonesas. Esta vez por la zona esteparia del Bajo Aragón, al sur de Zaragoza, zona para mí con un particular encanto que me hace visitarla una vez tras otra.
He recorrido más de 300 kilómetros de pistas y caminos entre Belchite y Cariñena, prácticamente sin pisar asfalto visitando , Ruinas, trincheras y otros vestigios que como imborrables recuerdos han quedado del azote que estas tierras sufrieron durante la pasada Guerra Civil .
Accedemos a esta comarca, por Mequinenza, donde nos regalamos la vista con el Ebro que la baña a sus piés, y con su castillo que la guarda desde las alturas.
De estas llanuras esteparias, se extraen unas interesantes potencias de energía alternativa, mediante el aprovechamiento de sus vientos y sus horas de sol.
Más de la mitad de la ruta la hice totalmente en solitario. Posteriormente me junté con el grupo de compañeros con el que habíamos quedado para efectuar unas prácticas de navegación via satélite organizadas por la empresa Monegros TT .
Una especial paz y tranquilidad te invaden cuando paseas por estas llanuras, Los campos de Belchite.
Y a través de enteras y rápidas pistas de tierra, llego a Belchite.
Las ruinas del Pueblo Viejo de Belchite hablan por sí solas. Rotos testigos de una parte de la Historia que no debería repetirse nunca.
Fantasmagóricos modelos fotográficos. Mudos vigilantes de estas llanuras. Compañeros de fuertes y frios vientos.
Estas ruinas son mucha ruina.
Belchite, bautizado por algunos como El Pueblo Fantasma …
Ruinas del Antiguo Seminario.
Ubicado en la carretera que comunica Belchite con Lécera, a la altura del puente sobre el río Aguasvivas, es una construcción que data del S.XVIII. De estilo barroco, sufrió numerosos daños tanto en la Guerra de la Independencia (fue restaurado) como durante la Guerra Civil. Esta última guerra trajo consigo su traslado a Alcorisa con lo que en 1937 quedó abanadonado. Hoy en día aunque muy deteriorada se conserva la capilla, parte de los muros y restos de la tapia perimetral
Cerca de Belchite, en un alto llamado Mojón del Lobo, desde donde se dominaba el antiguo pueblo y parte de su campo y donde actualmente se ubican antenas repetidoras, podemos observar unas cuevas donde las tropas republicanas tenían ubicadas unas baterías de cañones que, apuntando directamente a Belchite, ayudaron a la destrucción de la población.
Emilio Oliver Ortiz (Emociones de un sitiado, Belchite Regina martyrum, pág. 97) dedica un capítulo al MOJÓN DEL LOBO. “El enemigo ha hecho profundas excavaciones en el Mojón. Desde el pueblo se ven, a simple vista, cuatro amenazantes bocas abiertas en la peña. Por ellas tienen enfilados cuatro cañones. En los días de paréntesis, de tranquilidad, el Mojón parece un monstruo mitológico de cuatro ojos que mirase ceñudo, hipnotizador, al pueblo tranquilo y hacendoso que tiene a sus pies. Cuando… cañonea a Belchite… se ven salir por sus cuatro ojos miradas de fuego, de odio y de muerte…”
Santuario de Nuestra Señora de Pueyo, vista también desde el Mojón del Lobo.
A pocos kilómetros de Belchite, en Lécera, me hospedé en un magnífico establecimiento : El Hotel Rural Rincón del Cierzo, gestionado por una amabilísima familia que junto con el confort y la tranquilidad del ambiente, lo hace altamente recomendable. Yo, cuando vuelva repito.
Al amanecer, y después de dormir a pierna suelta, desde la entrada del Hotel, fui premiado con esta maravillosa vista de la ermita de Santo Domingo, cuya silueta se recortaba en el horizonte contra el rojo del sol naciente.
Algunos espacios naturales se aprovechaban y utilizaban como trincheras que confundiéndose con el terreno circundante , pasaban mucho más desapercibidas.
Estas son algunas de las trincheras desde donde vigilaban y luchaban los soldados, que de ambos bandos tomaban y perdían en repetidas ocasiones estas posiciones desde donde controlaban las llanuras que se extendían a sus piés.
Oí de unos lugareños, que en un momento determinado, cuando se decidió derribar y como acción de guerra este pilar del puente del antiguo trazado del ferrocarril, la dinamita estalló cuando se estaba colocando, volándole una pierna al artificiero que la colocaba. El pilar permaneció en su lugar, no así la pierna…
Con los «compis» de aventura.
Ahí quedan las piedras, mudos testigos de las barbaridades cometidas por ambos bandos en estas planicies y que por poco que les prestes atención, te contarán mil y una historias que, seguro, te erizaran los cabellos.
Gracias Jesús, por tu comentario del hotel Rincón del Cierzo. Aquí te esperaremos cuando quieras venir por estas tierras de Aragón.